Francisco de Borja y Aragón, nacido en Gandía en 1510, fue cuarto Duque de Gandía, primer Marqués de Llombay, Virrey de Cataluña (1539-­1543) y General de la Compañía de Jesús. Era hijo de Juan de Borja, III Duque de Gandía, nieto de Rodrigo de Borja, y de Juana de Aragón, nieta del Rey Fernando II, llamado el Católico.

La familia Borja es probable que sea oriunda de Borja (Aragón), se estableció en Játiva (Valencia) y adquirió una gran relevancia en la vida política de Italia y de la Iglesia en los siglos XV y XVI. Dos de sus miembros fueron Papas: Alfonso de Borja, Calixto III ­(1456-­1458) y Rodrigo de Borja,­ Alejandro VI ­(1492­-1503). El apellido Borja o su forma italianizada Borgia, aparece vinculada a algunos Cardenales de la época, a muchísi­mos Obispos (la mitra valenciana les perteneció desde 1429 a 1511) y al Santo que nos ocupa. La historia de los Borgia o Borja ha sugerido una copiosa bibliográfica con inten­ciones polémicas. Los orígenes de esta leyenda negra hay que buscarlos en la hostilidad de los grupos eclesiásticos italianos, a los que rechazaban un Papa extranjero, en el odio a los señores feudales y de las repúblicas ante las campañas militares de César Borgia, en la ani­mosidad de los Reyes de la Corona de Aragón y de Francia, que veían en los Borja-­Borgia un obstáculo a sus proyectos de expansión por Italia y en la reacción puritana de algunos sectores religiosos.

La línea de los Duques de Gandía fue iniciada por Pedro Luis de Borja y continuada por su hermano Juan de Borja. A éste le sucedió su hijo Juan y su nieto San Francisco de Borja, IV Duque de Gandía y I Marqués de Llombay. Heredó estos Títulos su hijo Car­los Borja y de Castro, que al casar con Magdalena de Centelles, Condesa de Oliva, se anexionó éste señorío.

Francisco de Borja y Aragón, desde muy joven sirvió en los ejércitos imperiales. En 1528 fue nombrado paje de Catalina de Austria, hermana de Carlos I de España y V de Alemania y Reina de Portugal. Al año siguiente casó con la dama portuguesa Eleonor de Castro, que estaba al servicio de la Emperatriz Isabel de Portugal, de la que fue nombrado “caballerizo”. Formó parte de la expe­dición a Provenza en 1536, y en el asalto a la fortaleza de Frejus asistió a la muerte del poeta Garcilaso de la Vega.

En 1539 fue encargado del traslado de los restos mortales de la Emperatriz Isabel a Gra­nada, y es tradición popular que la visión de su cadáver le determinó por abrazar la vida religiosa. Comprendió ser todo en este mundo vanidad, menos servir y amar a Dios el Señor, que nunca muere y que tan bien paga los menores servicios que se le hacen.

En el mismo año de 1539, pasó a desempeñar el cargo de Virrey de Cataluña; su actuación fue estimable y destacó en el saneamiento de la administración, represión del bandolerismo, fortificación de las defensas marítimas y tomó medidas contra los abusosde los tercios españoles en guerra con Francia. Dimitió del cargo en 1543. La muerte de su padre en 1542, del cual heredaba el Ducado de Gandía, le permitió retirarse a sus pose­siones, donde fundó el primer colegio de jesuitas del mundo. Tras la muerte de su mujer en 1546, abdicó de sus Títulos a favor de su hijo primogénito Carlos, que llegó a ser Capi­tán General de Portugal, y profesó en la Compañía de Jesús en 1548. Hizo un breve viaje a Roma, se doctoró en teología y residió por un tiempo en Oñate. En 1551 rechazó un cardenalato que a instancias del Emperador Carlos V le ofrecía el Papa Julio III. Comisa­rio de los jesuitas en España, Vicario General, asistente de España y General de la Orden en 1565, desde Roma creó numerosos colegios en Europa, y las misiones de Florida, Perú y Méjico. Desempeñó el cargo de General de la Compañía de Jesús con gran aplauso y provecho de todos, y fue el tipo de religioso y Caballero Cristiano de la época. Murió en 1572.

Publicó varios Tratados Espirituales. Compuso una misa a cuatro voces y otras composiciones musicales.

En 1624 fue beatificado por el Papa Urbano VI y canonizado por el Papa Inocen­cio X en 1671.

Al crearse en 1917 la Hermandad del Santo Cáliz, y teniendo en cuenta la historia ejemplar del Santo y su ascendencia valenciana, se acordó nombrarle Patrono de la Her­mandad el mismo año de su constitución. El Santo valenciano siempre ha inspirado una gran devoción por su ascendencia noble y renunciar a las pompas y vanidades de su época.

Revisado y corregido por Monseñor D. Jaime Sancho Andreu                                                                                                                         Capellán Perpetuo de la Real Hermandad del Santo Cáliz                                                                                                                       Cuerpo de la Nobleza Valenciana